Existe un amplio espectro de comportamientos adictivos, desde los más a los menos dañinos. Las personas pueden hacerse adictas a una sustancia (alcohol, drogas, pastillas, analgésicos), como también a una conducta particular (juego, internet, sexo, compras).
Las conductas adictivas tienen dos rasgos esenciales: la pérdida de control y el progresivo desvinculamiento de la persona consigo misma y los demás.
Lo opuesto a la adicción es la libertad. No la “libertad de consumir”, sino la libertad de vivir sin depender de un objeto adictivo. Por otro lado, lo opuesto a la adicción son los vínculos. Pero los buenos vínculos, aquellos que implican un encuentro con uno mismo y los demás, al servicio del desarrollo y la creatividad. Conexiones que despiertan.
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